Palermo estuvo cuatro horas en el club, se sacó cientos de fotos y habló para los chicos que le regalaron la capa. “Cumplí todo en el fútbol, ahora mi sueño es volver a ser padre”, dijo.
Volvió. A menos de una semana de su última vez en el club. Como si extrañara y no quisiera irse nunca. “Está Palermo”, se escucha repetir en cada rincón, en cada pasillo. Baja de su coche y enseguida se mete en una de las oficinas de la Bombonera. Pide que le traigan algo de almorzar, aunque ya son casi las cinco de la tarde. Martín Palermo se siente en su casa.
Tiene un palco y va a tener un monumento. Hay imágenes suyas a cada paso. En las paredes del estadio, en el ingreso al vestuario de Reserva, en la utilería. Camina por el campo de juego y, aunque se muestra duro, algo le provoca. Lo moviliza. Habla con unos y con otros. Firma autógrafos y se saca fotos con unos pibes que no pueden creer que lo hayan cruzado. “Quédense, no se vayan”, les dice mientras habla con Olé .
En el museo lo esperan los chicos de la Fundación SOS Infantil, los mismos que le regalaron la capa de superhéroe en su último partido en la Bombonera. “La capa fue una de las tantas emociones. Parecía que en cualquier momento iba a salir volando... La tengo guardada, en alguna fiesta de disfraz me la voy a poner”, explica, con Julián Weich como conductor.
Entre el público, espera toda gente que se acercó al club por la fundación y por él, para convertirse en padrinos de nenes de la zona de La Boca y Barracas. El objetivo es que colaboren con 150 pesos mensuales ó 1.800 anuales para que esos chicos puedan festejar un cumpleaños, tener útiles para el cole o poder realizar actividades extra escolares. Lo que hace el Loco es atraer con su presencia y, al que se compromete, le pone una cinta de capitán en el brazo izquierdo.
“Gracias a mis viejos nunca la pasamos mal, pero lo importante es no pensar que hay cosas imposibles, hay que ir en busca de los sueños. Yo siempre luché contra la adversidad y por los sueños que me proponía”, explica. Y enseguida agrega: “También es importante contar con la familia en los buenos y en los malos momentos. Eso, a mí, me hizo fuerte. Como jugador, como padre y como persona. Si tienen sueños, hay que ir en busca de eso. En el fútbol cumplí todo, ahora mi deseo para la vida es volver a ser padre”.
Entre los padrinos que suben al escenario, aparecen socios de Boca, integrantes de peñas boquenses y dirigentes como José Beraldi. “¿De dónde se conocen?”, bromea Julián. Todos dicen que se acercan a colaborar por la fundación y por Palermo. Quieren la foto con él y que les ponga el brazalete. Menos un nene con una camiseta número 9 que sube en brazos de su papá y no quiere saber nada con la foto. “Lo que pasa es que el nene es fanático de Riquelme”, agrega el conductor, y provoca la sonrisa del Loco.
Desfilan y desfilan por el escenario personas que quieren estar a su lado. Así hasta casi las 21. Volvió. Al menos por cuatro horas, Palermo volvió a Boca.
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