En la elite del fútbol europeo suelen utilizar el esquema que propone Falcioni de mitad para adelante, también se lo vio en el Mundial de Sudáfrica. Boca, hoy, está bien lejos de esa elite. Los jugadores de acá no son los de allá, los del Real Madrid o los del Inter. Palermo no está para compararse con Benzemá o Diego Milito, dos que saben tener esa responsabilidad de convertirse en el único referente ofensivo. Pero tampoco los que se ubican detrás de ese número 9 pueden compararse. Eto’o, Sneijder y Pandev en Italia y Ozil, Cristiano y Di María en España son top-top.
Viatri, así y todo, puede parecer que reúne ciertas condiciones más acordes a la aparente soledad del único delantero, por movilidad y juego. Sin embargo, lo que sucede en Europa, además de demostrar que las comparaciones son imposibles, demuestra que ese único de área no es el único atacante, es uno de los cuatro que llegan al arco rival. Es por eso que para que el sistema funcione, salvando diferencias entre allá y acá, depende tanto de Palermo como de los que vienen detrás: Chávez, Román, Erviti...
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