Boca está hundido en la tabla y es, junto con All Boys, el equipo menos goleador de este torneo. Martín Palermo se acerca a otro récord: el de minutos sin convertir. ¿Debe seguir de titular?
El verano, ese que vio a un Boca sólido y férreo con disfraz de candidato inquebrantable a hacerse con el Clausura, caducó con un 2-0 consagratorio de Olimpo en plena Bombonera. Una derrota que dejó al equipo de Julio César Falcioni anteúltimo, con cuatro puntitos. Una cosecha magra, producida por una sola victoria, un empate y cuatro derrotas. Un Boca que no se encuentra, que tiene el gol quebrado (sólo dos, uno de Pablo Mouche y uno de Walter Erviti) y que necesita imperiosamente sumar de a tres porque el promedio empieza a jugar de depredador.
En ese contexto es que Martín Palermo, hacedor de milagros, hombre que en algún momento hizo extinguir cualquier adjetivo que quisiera describirlo, tampoco encuentra su rumbo. El Titán, aquel que en esas noches de luna llena en Mar Del Plata y en Mendoza supo castigar a River con su amigo inseparable, el gol, parece haberle soltado la mano a tal punto que está próximo a igualar su peor racha sin convertir.
En el Apertura 2009 desfilaron ocho equipos (de la fecha 11 a la 18: Chacarita, Rosario Central, Colón, Arsenal, Gimnasia, San Lorenzo, Independiente y Huracán) sin sufrir el poder goleador del Loco. Fueron 748 minutos sin alaridos que se cortaron en la última fecha ante Banfield con un penal pateado al medio y una ejecución de derecha cuando la pelota le quedó servida debajo de los tres palos, su zona de fuego.
Ese ecosistema en el que hoy recibe un pase en profundidad de Juan Román Riquelme, un centro o un rebote, pero en el que el grito queda mudo. Porque Palermo, que al igual que todo el equipo no se encuentra en un nivel futbolístico del más propicio, ya lleva 621 minutos sin meterla, con seis fechas jugadas. "¿Cómo no va a tener espalda si tiene más de 300 goles? Ya le ha pasado una sequía", dijo un Falcioni optimista antes del partido con los de Bahía Blanca. Boca es, junto con All Boys, el equipo con menos besos a la red del torneo. Con ese dato crudo, ¿los goles pueden esperar?
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