El último superclásico en Núñez de Palermo fue muy pobre. “En un año no quiero ver a Boca como está River hoy”, había pedido el 9...
Esta vez no pudo ser el salvador de Boca, ni tampoco logró escribir otro capítulo fantástico de su propia película. Esta vez, Martín Palermo fue un mortal más en este Xeneize que cayó abatido, sin mostrar reflejos, en el Monumental. Sin embargo, para el Titán no fue un partido del montón. Este 0-1 representó su último superclásico jugado en casa de River (se retira en junio de 2011) y se quedó con las ganas de aumentar esa cosecha de tres gritos que acumulaba en Núñez y de regalarle a la gente un bálsamo entre tantas pálidas. Es decir, fue una derrota que le pegó duro, tanto que se retiró fastidioso del estadio y sin hacer declaraciones. Se trató de un adiós silencioso...
Esta vez no pudo encontrarse con alguna pelota perdida en el área, su hábitat natural, o con un centro de esos que tantas veces aprovechó para mandar a la red. Nada de eso ocurrió. Ni con Mouche a su lado, ni con Viatri después, el delantero logró hacerse su lugar para despedirse del Monumental de la manera que más le gusta: pegando el grito. “Espero disfrutarlo y trataremos de darle una alegría a la gente”, había confesado Martín en la previa, algo que sin dudas no consiguió. Pero lo que sí vaticinó -y se viene cumpliendo- el Loco durante la semana pasada fue el duro momento por el cual atraviesa el equipo, y que por lo visto se está reflejando en la realidad. “Hay que replantearse muchas cosas”; “me preocupa el futuro”; “si ganamos, no vamos a sentir que cumplimos los objetivos ni nada parecido”, fueron algunas de las verdades que el goleador había dejado picando en los últimos días. Palermo mostró una realidad cruda, dura, y con la derrota quedó aún más expuesta. “No me quiero ver reflejado en uno o dos años con lo que le está tocando vivir a River”, remató el 9. No es ningún Loco...
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