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lunes, 22 de noviembre de 2010

Actitud Palermo

Martín le había bajado línea al plantel en la semana y ayer marcó el camino desde el espíritu: corrió, empujó y gritó el 2-1 con furia.

El grito, su desahogo, fue casi tan claro como el mensaje de la semana al plantel. El Loco había metido un gol de esos tantos que marcó en su carrera, tocando la pelota a la red, solito y solo, pero lo significativo era el contexto. El capitán, estaba claro, se jugaba su partido. También su liderazgo. Por qué no, empezaba a exponer ese prestigio que los jugadores de Boca, campeones de todo, estaban perdiendo en estos dos años con cuatro DT afuera. El mismo lo reconoció. Por eso tamaño grito, los puños cerrados, el beso a la remera con la imagen de sus hijos. Más allá del 2-1 que fue victoria, su gol 229 y recuperación del mazazo en el Monumental, lo que festejó el goleador fue la actitud. La actitud Palermo...

En la semana, Martín había marcado el camino. Primero con Riquelme, en la charla post renuncia de Borghi. El tema central: la falta de rebeldía anímica y futbolística ante las sucesivas salidas de entrenadores. Y en ese marco, la pobre actuación en el clásico, eso que derivó en que la palabra “actitud” diera vuelta estos días por La Boca. Será por eso que el Loco intentó mostrar desde el ejemplo la nueva ruta, corriendo mucho, tirándose al suelo hasta para manotear una pelota con la mano ante la salida de un rival, protestando todo, alentando a todos. Sabía que, sin Román en cancha, la respuesta que diera el equipo a una semana difícil dependía en gran parte de lo que él pudiera transmitir como capitán. Y el triunfo debía acompañar.

La Bombonera también lo entendió así. En vez del reproche público, eligió el empuje, la exigencia. Después del 1-1, mensajeó al equipo con el clásico “movete Boca, movete”. Incluso, con el “ustedes pongan huevo que ganamos...”. Y un minuto antes del grito de Palermo, cuando Javi García tapó dos pelotas de gol en una jugada, la gente directamente empujó al equipo a la victoria. Con el 2-1 personalizado en el goleador histórico, la sensación fue que el efecto contagio había sido efectivo. Y a partir de ahí, al ver una reacción desde adentro, todo fue aliento.

Que hayan sido sólo dos jugadores los que hablaron después del partido, muestra que esta vez decidieron más que nada hacerlo en la cancha. Pero aun así, García, uno de los que tomó la palabra (con el pibe Araujo, de las figuras de la tarde) fue explícito en varias frases. “Salimos a jugar como teníamos que hacerlo”, aseguró primero. Y ante la pregunta de qué cosas había cambiado Pompei, dejó en claro que en realidad la cabeza se lo jugaban ellos. “Tito estuvo sólo tres días. Era el partido para nosotros. Y lo hicimos bien”, completó.

La sentencia, se sabía, había caído sobre los jugadores. Culpables para los hinchas, los dirigentes y hasta para ellos mismos, Chávez lo había marcado también en la previa. “Hay que demostrar que tenemos actitud”. No es casual que el enganche haya sido la figura de Boca también por lo que contagió más allá de su propio juego...

No sirvió para otro récord, pero el gol de Palermo valió más que muchos. Incluso, más que el triunfo mismo. El Loco necesitaba volver a convertir tras tres fechas (no lo hacía desde Huracán) justo en la semana que él descartó anticipar su retiro para diciembre. Pero más necesitaba que el equipo mostrará aquello que reclamó. Por eso ganó Boca. Y ganó él.

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