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jueves, 12 de mayo de 2011

Salido de un cuento

Dos chicos se treparon a un árbol para que su ídolo viera la bandera que le habían hecho. El Loco, a pedido de Olé, habló un rato con ellos y los emocionó.

Muchas gracias por la bandera, está muy buena.

-Te la queremos regalar. ¿No podés jugar un campeonato más? No queremos que dejes de jugar.

-Ya estoy grande, chicos. Me tengo que retirar.

Martín Palermo no está viviendo una semana más. El goleador, muchas veces emparentado con un superhéroe, se encuentra en la víspera de lo que será el último superclásico de su carrera, de aquellos partidos en los que suele tener un rol protagónico. Por estas y otras cuestiones, el Titán está sintiendo el apoyo de muchos hinchas xeneizes que se acercan a las prácticas. Más allá de los gritos de los que concurren habitualmente (“Vamos, Martín, que el domingo se repite la historia”, es de lo más escuchado), en la mañana de ayer hubo dos chicos que sobresalieron del resto. “Saliste de un cuento para meterte en la historia”, decía la bandera que intentaban mostrarle a su ídolo Nelson y Marcelo, colgados de un árbol lindante a Casa Amarilla, aunque sin mucho éxito. Nelson, de 18 años (autor intelectual y material del trapo), explicó que el goleador “es mi ídolo desde muy chiquito. Me tiene muy triste que sea su último superclásico, por eso le quise agradecer de alguna manera. Hoy falté al trabajo para poder venir a mostrársela, pero estoy acá desde el martes y todavía no le pude hablar”. El más pequeño, de tan sólo diez años y vestido con el guardapolvo que debería haber usado en caso de haber asistido a la escuela, hizo reír a todo el plantel con sus ocurrencias. “Palermo, ¿no querés ser mi papá?”, le gritó al goleador mientras realizaba trabajos de definición. “Más que tu papá, podría ser tu abuelo”, le respondió Javi García. “Vengo seguido a los entrenamientos. Vivo acá cerca pero no fui a ningún partido, porque nadie me lleva a la cancha y no soy socio. Cuando sea más grande, voy a ir a todos lados”, comentó el niño.

Los jóvenes hinchas nunca habían podido ver personalmente a su ídolo. Por eso, por intermedio de Olé y la gente de prensa del club, se generó el contacto para que pudiesen saludarlo y regalarle la bandera. Palermo, que no puso ningún reparo en atender individualmente y por un rato a los chicos, quiso devolverles el afecto a los chicos y les prometió que en el entrenamiento de esta mañana los haría presenciar la práctica. “Voy a faltar a la escuela de nuevo. Además, por ahí lo convenzo para que siga jugando”, dijo el pequeño Marcelo, sin poder creer todo lo que había sucedido. Martín Palermo, muchas veces elogiado por sus actitudes dentro del campo de juego, también predica con el ejemplo afuera del mismo y sin que haya cámaras de por medio.


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