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domingo, 6 de febrero de 2011

una nota para llorar

BUENOS AIRES -- El Club Atlético Boca Juniors tiene que darle gracias a Dios, queridos lectores. Y todos los amantes del fútbol, aquellos que respiramos y sudamos fútbol desde nuestras venas hacia el mundo, también, seamos hinchas de cualquier club. Entonces comienzo, gracias Dios por Martín Palermo.

Porque no todas las personas tienen la gloria de sentir el fútbol con la pasión que se merece, de hechos muy pocos, dentro de nuestra sociedad podemos disfrutar del talento del gran Martín Palermo. El máximo titán del gol, en la historia de nuestro fútbol nacional.

Martín Palermo está a la altura de Néstor Kirchner, de Diego Maradona, de Carlos Monzón, de Juan Domingo Perón y de la Abanderada Espiritual de la Nación. Sencillamente porque Martín es más que un jugador de fútbol, Martín representa la figura del héroe contemporáneo. Ni Riquelme, ni Agüero, ni Teves, ni otras grandes estrellas de nuestro fútbol tienen en la sangre la pasión histórica de Palermo.

Mientras los otros son predecibles, efectivos, talentosos y ágiles. Martín es casi todo lo contrario...

Este joven deportista, respetuoso, sincero y humilde (jamás tendrá una frase maligna y filosa hacia los demás), nos tiene acostumbrado a las grandes hazañas, pero además de ser un héroe es un goleador notable. Y no exagero.

Goleadores hay muchos, grandes futbolistas hay muchos, talentos hay en España miles. Messi es un genio, pero no es como Martín Palermo. Palermo es un mito, un héroe.

Y al mito es importante alimentarlo, pues un país sin mitos no tiene razón de ser. En la figura del mito descansa lo que somos, nuestra tradición, nuestro carácter, nuestros triunfos y fracasos. El mito, es un pedacititito de cada uno de nosotros.

Y además considero que Martín es un mito positivo, un tipo común y corriente, humilde, ya lo dije, sin grandes retóricas, ni caprichos de estrellas, como otros...

A lo largo de la extraordinaria carrera de Martín, buena parte de los preciosistas del fútbol, lo han ninguneado, lo han tildado de un "loco de la suerte".

Y para ser sinceros con Martín, nunca destacó por su habilidad o su rapidez. Jamás gambeteó a nadie. Sin embargo estuvo siempre, en el segundo exacto en el cual hay que estar. Nadie saltó tan alto como él, nadie se arrojó en el instante exacto como él. Jamás nos defraudó, siempre salió con los brazos en alto y la boca llena de gol, para ofrecerle a sus hinchas. Porque ahí, donde muchos fallan, al fin y al cabo somos seres humanos, Martín jamás falló.

Es el novio del gol. No podemos obviar, seríamos unos ridículos si no viéramos esa extraña relación que mantienen en secreto hace varias décadas Martín y el gol.

Por eso yo cambio al más talentoso de los jugadores como Martín. Porque paradójicamente ningún puesto es tan difícil como el arco y el gol. Si hay riesgo en la vida, ese riesgo se da a la hora de definir o de tapar una pelota que es gol...

Hace un par de noches, presenciamos el último gol de Martín, nada más ni nada menos, que a River. No me van a negar que Martín estuvo ahí, donde nadie está, y la cabeceó justo. Hizo bien su trabajo y es el trabajador más eficiente, el que no falta nunca.

Nadie escribió, nadie dijo nada. Pasó todo muy aisladamente. Pero para mí fue un gran suceso. Martín nos tiene acostumbrado a estos grandes momentos. Sin embargo, ese gol de antenoche, lo disfruté más que nadie. ¿Y saben por qué? Porque un día Martín no estará; nos faltará a todos y lo extrañaremos. Pero para eso faltan un pilo de siglos, por suerte.

Ese gol de antenoche ante River me enseñó que el gran goleador sigue en pie, que parece interminable e incansable con sus grandes brazos; que aunque el país se hunda, será nuestro Fidel, siempre ahí, en el momento en que todos lo precisamos, con su fusil invisible en el centro de la frente, ese que nunca nos defrauda y nos llena de felicidad.

http://espndeportes.espn.go.com/news/story?id=1221846&s=arg&type=column

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