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jueves, 3 de febrero de 2011

"Tomamos con seriedad estos partidos de verano, pero la verdad se verá contra Godoy Cruz "

Palermo aprovechó un error de Chichizola y lo pasó a la lista de los que lo sufrieron desde el arco de River en los últimos 14 años. Con el empate, Boca ganó la Copa y terminó el verano invicto.

Palermo colecciona víctimas como un Jack el destripador moderno e igual de legendario. Este serial killer del gol -inteligente, eficaz, astuto, frío y oportunista- sometió en su historia de los superclásicos a todos los arqueros que las circunstancias le pusieron enfrente. De Bonano a Chichizola, pasando por Lux, Burgos, Costanzo, Carrizo, Comizzo, Vega, Buljubasich y siguen las firmas. No importa el estilo: los atajadores, los salidores, los arriesgados, los timoratos, los pichones, los veteranos, a todos, a lo largo y a lo ancho de sus 17 súper gritos, los hizo ir hasta el oscuro fondo de los suspiros.

Y no hubo Scotland Yard que pudiera, en todos estos años, meterle un cerrojo a ese arco. Ni siquiera el tiempo, el más implacable y paciente de los enemigos, le cayó encima todavía. Y ahí anda Palermo, a los 37 y contando, apareciendo en los momentos hechos para él, en intervenciones disfrazadas de sorpresa, porque parece mentira que después de tanto tiempo de meter goles de todos los colores, el tipo se presente cuando nadie lo esperaba, pese a que todos sabían que iba a aparecer. Sencillamente, una paradoja inexplicable.

“Por suerte pudimos empatar en un momento justo. La verdad es que entramos dormidos y River nos convirtió, después nos recuperamos, se consiguió el empate y eso siempre es importante”, dijo el goleador. “Después el partido fue parejo, nosotros intentamos buscar la diferencia en lo que quedaba del primer tiempo. Pero creo que el partido después se emparejó. En el segundo tiempo fue todo muy equilibrado, ellos intentaron más pero bueno, nosotros también tuvimos dos o tres chances para ganarlo”, sintetizó.

El cabezazo que decretó el empate, concretado en el mejor momento de River, es el resumen de la esencia misma del Palermo goleador. Los reflejos que no tuvo Chichizola para saber leer el pique de la pelota, los tuvo el Loco para acomodar su cuerpo y convertir. Todo lo torpe que parecen sus movimientos se transforman en una sincronía perfecta cuando el olor a gol se hace presente. Como un pingüino que choca sus pies al caminar, pero que dentro del agua es pura elegancia y belleza. Así juega él...

“Venimos bien, pero recién es el comienzo del año. Tomamos con seriedad estos partidos de verano, pero la verdad se verá contra Godoy Cruz cuando empiece el campeonato. Tenemos que seguir creciendo. Me deja tranquilo el rendimiento del equipo, pero hay que seguir trabajando”, cerró. Lo dicho: Palermo sumó a Chichizola a su lista. El pibe de River tenía 8 años cuando Palermo llegó a Boca. Y parece que su última víctima todavía ni nació...

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