LA FELICIDAD DE UN NENE
Palermo tuvo festejo sorpresa: su hijo Ryduan entró con la 21 de Boca y juntos formaron el 219, el récord.
Lo tenía bien guardado. Silencioso, Ryduan lo había acompañado al goleador desde el partido con Central. Debajo del buzo, siempre puesto, siempre bien cerradito, él escondía la sorpresa, el orgullo de papá. Valió la pena la insistencia, la paciencia, aquel partido que se fue sin poder sacarse ese abrigo. El día iba a llegar. Y fue ayer. Ni festejo loco ni bandera de countdown para tachar. Esta vez fue su hijo el invitado de lujo, el pibe que salió detrás de los carteles de publicidad con la camiseta de Boca. Llevaba la 21 del Pochi Chávez, pero el plan era otro: juntar ese número con la 9 de papá y que el mundo los viera armar el 219, el gol del récord, ahora récord único, acaso invencible, seguramente eterno. ¿Y ahora qué, Martín Palermo? Si ayer mismo ya batió su propia marca: llegó la misma noche a los 220. ¿Y ahora qué sigue?
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