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martes, 30 de marzo de 2010
30/3/10
lunes, 29 de marzo de 2010
Chacarita 4 vs Boca Juniors 1
Abel Alves descartó que se le cruce por la cabeza terminar su ciclo antes de junio y contó que no oyó lo que dijo Palermo tras el cambio. Además, explicó porqué sacó al Loco y defendió a su plantel: "No creo que los jugadores me quieran voltear porque tengo buena relación con ellos".
Lo que sucedió ayer en Parque Patricios había desatado una nueva polémica en el mundo Boca. Abel Alves sacó de la cancha Martín Palermo cuando su equipo más lo necesitaba, y la decisión fue mal vista por la mayoría. La palmadita en la espalda tras el cambio, y como consecuencia, la reacción del goleador. Hoy, su continuidad corría peligro... Pero al parecer, no piensa moverse.
"Para nada, no se me cruza para nada renunciar", dijo el DT en charla con Radio 10. Sorprendió, además, que haya asegurado que no escuchó las palabras que salieron de la boca del 9 Xeneize mientras abandonaba el campo. "Yo al menos no lo escuché". ¿Por qué lo sacó? "Todos estamos con las pulsaciones muy elevadas, cuando hago los cambios los hago en función del equipo. Yo soy el técnico y tengo que hacer cambios. Como teníamos un hombre menos, cambié los dos delanteros, no sólo a Palermo, para que colaboren en el medio", explicó.
Alves se encargó además de dejar en claro su buena relación con el delantero. "Martín es una de las mejores personas que hay en el plantel. No tengo nada en contra de él", aseguró, y entendió su malestar por la decisión: "Es lógico, a nadie le gusta salir de la cancha".
El DT está bajo la lupa. Pero p or ahora, no habrá renuncia ni alejamiento alguno. "Voy a seguir en este barco y en junio veremos. No creo que los jugadores quieran boicotear al técnico. Voy a tratar de luchar y poner en la cancha el mejor de los equipos". La confianza es lo último que se pierde...
domingo, 28 de marzo de 2010
jueves, 25 de marzo de 2010
Boca 2 River 0
.jpg)
Este fue otro Boca. Muy diferente a aquél que venía jugando el torneo, apagado, sin rumbo, sin líder. Salió el sol para Boca, de repente, y nada menos que en el superclásico. Con un Riquelme que estuvo inspirado, que fue eje como suele hacerlo en este tipo de partidos, que dirigió la batuta de su equipo, que festejó a lo grande. ¿En su último Súper?
Enfrente estuvo un River que venía confiado pero que no mostró nada. Que no pudo recuperarse del golpe de los 13 minutos, cuando Medel punteó un tiro libre rasante de Riquelme, aprovechó la desinteligencia defensiva del rival y salió a festejar con todo. Lo levantó Palermo y lo veneraron todos. Este River que se mostraba tranquilo en la previa y con grandes chances de dar el golpe, finalmente fue timorato, apagado, tierno. Tierno como las definiciones de Funes Mori, quien desperdició dos chances clarísimas (una para empatar, la otra para descontar).
En su cancha, con su gente, en una Bombonera a full, con Maradona en su palco después de mucho, Boca se hizo fuerte en su casa. Mantuvo el arco en cero con una defensa increíble (Muñoz de 4, Luiz Alberto, Bonilla y Monzón) y con un Javier García que respondió cuando le llegaron. Y tuvo gol con Medel, quien cerró con un derechazo bárbaro el 2-0, después de una gran jugada colectiva.
Segunda victoria de Boca en el torneo (no ganaba desde la segunda fecha), cuando más lo necesitaba. Contra un River que tuvo a un Gallardo extrañamente desaparecido, que no tuvo fútbol. Apareció Riquelme, se puso la pilcha que mejor le cuadra, transmitió energía, carácter. Y Boca tuvo su gran fiesta gran. Y terminó gastando a un River que se fue escuchando "el que no salta, se va a la B".
miércoles, 24 de marzo de 2010
lunes, 22 de marzo de 2010
22/3/10
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Lo saben hasta los de River. Lo comentan, le temen. Las dos fechas sin meter el famoso gol 219 lo potencian. "Lo único que falta es que justo nos lo meta a nosotros", piensa en voz alta uno. "Nos lo va a meter a nosotros", asegura otro. Es como si en su destino estuviera escrito que no podía ser con Racing y tampoco ante Tigre. Y sí en el superclásico, porque ya hace rato que a Martín Palermo se lo cree capaz de cualquier cosa.
"¿El gol 219 fue este que hiciste de un edificio a otro", fue la pregunta para el Loco en la presentación de una publicidad de Gillete y Head & Shoulders, en la que convierte a 157 metros de altura, con un precipio en el medio. "No, ojalá que el 219 llegue pronto, ja", respondió, con la mira puesta en el domingo, en hoy, cuando a partir de las 15 salga a jugar su 28° superclásico, entre oficiales y amistosos, y busque su 16° gol a River.
El debut goleador de Palermo ante River fue con Estudiantes, pero en Boca le convirtió de entrada, en su primer enfrentamiento (Apertura 97), después de que Bermúdez cortinara a Burgos y Elizondo dejara seguir. Y también convirtió en los siguientes cinco partidos en los que Boca hizo goles (hubo tres 0-0 y una derrota 2-0), entre ellos el 3-0 de la Libertadores 2000, cuando volvía de la primera lesión de rodilla. Luego se fue a España y, lógicamente, entró en una pausa. A la vuelta, a mediados del 2004, le costó tomar ritmo nuevamente, porque tuvo cinco superclásicos sin goles. Recién metió uno en el 2006 y otro en el 2007. Pero en el 2008 retomó con todo: lleva cinco goles en los últimos seis partidos frente a River. Y ahora, entonado, debe convertir nada más y nada menos que para su 219, el del récord absoluto como máximo goleador de la historia de Boca, y también para levantar al equipo, sacarlo del fondo.
"Nuestra mentalidad es ganar y que sea el puntapié inicial de una remotada", explicó el goleador. Y enseguida, sobre la situación que vive Abel Alves, agregó: "Todos tenemos que ayudarlo, porque es una experiencia que le tocó asumir de repente y ahora está tratando de encontrarle la vuelta al equipo, de encontrar funcionamientos. Habrá que ayudarlo a él y ayudarnos entre nosotros. Somos conscientes de lo que nos jugamos el domingo".
Otro incentivo más que tiene el Loco, además de despegarse de los 218 goles de Roberto Cherro y seguir con su racha en los superclásicos, es ir también por el récord del brasileño Paulo Valentim, máximo goleador ante River en partidos oficiales, con diez gritos. Los dos que lo separan hoy pueden acortarse o, en una buena tarde, desaparecer de golpe. Porque se sabe que con Palermo (y más cuando la banda roja está enfrente) todo es posible. Muy posible.