No es nada nuevo decir que Martín Palermo es un goleador de raza. Tampoco que está constantemente superándose y rompiendo records. Y ahora, con el fin de esta década, la segunda en la que participa como jugador profesional, puede decir que él fue el máximo goleador del fútbol argentino en los últimos 20 años. Un dato que remarca más que nunca su vigencia en el tiempo.
Durante la década del noventa Martín comenzó a escribir su historia con el gol. Todo empezó en La Plata, donde arrancó su carrera. El 22 de mayo de 1993 se puede marcar como el día que Palermo y la red se encontraron por primera vez: fue ante San Martín de Tucumán y el partido finalizó 3 a 0. En total con la camiseta pincha, el Titán marcó 36 goles –dos internacionales- en 99 partidos.
Con esos números, Boca puso sus ojos en él y lo fue a buscar para arrancar el ‘97 con un nuevo goleador. Pero los comienzos no fueron fáciles. Siete encuentros tuvo que esperar para gritar por primera vez con la azul y oro. Aquel 30 de septiembre, ante Independiente en la Bombonera, Martín empezó a enamorar al público Xeneize. Y de ahí en más no paró de meterla. El más recordado, a River en el Monumental, el día del retiro de Diego Armando Maradona. Ese Apertura finalizaría con ocho tantos, además de uno en la Supercopa, ante Colo Colo.
Pero en 1998 se produjo un hecho fundamental para el posterior rendimiento de Palermo en Boca: la llegada de Carlos Bianchi. Con el arribo del Virrey, el nueve se potenció y encontró su mejor versión. En el Clausura, convirtió 12 goles, incluyendo uno en el Superclásico. Pero la explosión llegó en el Apertura. El Titán fue una máquina y clavó 20 goles en 19 partidos –con siete dobletes, tres consecutivos-, cifra record para el fútbol argentino en torneos cortos. Además, aquel fue el primer título de los tantos que vendrían después. Así, sumado a los tres tantos en la Mercosur, Martín sumó 35 gritos en el año. Impresionante.
Al año siguiente siguió con la sana costumbre. En el Clausura sumó 12, y otra vez mojó ante River, su tercero en Superclásicos con la camiseta Xeneize. Y en ese torneo alcanzó su primer hito con la camiseta Xeneize: tan sólo tuvo que jugar 64 partidos para llegar, ante Platense y con un recordado penal que pateó con los dos pies, a su gol 50 con la azul y oro. El Apertura tenía un marco inmejorable para el Titán, anotando catorce veces en trece fechas, pero una lesión en la rodilla en Santa Fe –el 13 de noviembre, día que marcó su gol 100 en su carrera ya lesionado- lo sacó de competencia y lo marginó de las canchas por cinco meses. Así, cerraba el año de manera negativa pero con un saldo de 28 conquistas.
Y el regreso fue inmejorable. El 24 de mayo de 2000 será recordado por el hincha como “el día de la paternidad”. Y, además, se concretó la vuelta de Palermo a las canchas después de una larga recuperación. Aquel Superclásico de Copa Libertadores no fue uno más para el Titán, quien ingresó en el segundo tiempo y puso el definitivo 3 a 0, con llanto incluido. Más tarde, el equipo levantaría el tan deseado trofeo continental en Brasil ante Palmeiras. Para no perder la costumbre, el Virrey lo mandó a la cancha en cuatro oportunidades en el final del Clausura, y él respondió con cuatro tantos. Ya en el Apertura, volvió a encontrar continuidad y se despachó con once tantos, otra vez amargando al rival de siempre. Pero lo más importante se daría en tierras japonesas. El Real Madrid era el gran favorito, pero el gran goleador lo derrumbó en apenas ocho minutos: dos goles y a cobrar. De esta manera, Martín cerraba la década con 19 goles –sumado uno de la Mercosur-, a pesar de haberse perdido algunos meses de competencia por su rotura de ligamentos.
Así, con 127 gritos en 223 encuentros –contando Estudiantes y Boca-, el Titán consiguió transformarse en el máximo goleador del fútbol argentino en la década del ’90. Pero la historia continua…
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